El Indec publicará el jueves los índices de desocupación de 2018, año en que se perdieron 120.000 empleos.

El Gobierno publicará en lo que queda de marzo dos datos que marcarán el impacto que tuvo la crisis económica en los indicadores sociales durante 2018. Este jueves, por un lado, el Indec difundirá las cifras definitivas del desempleo, que se espera cercano a 10%, mientras que la semana próxima se darán a conocer los números finales de pobreza, que será superior al 30% de acuerdo a las estimaciones privadas.

El nivel de empleo y la cantidad de personas que cayeron bajo la línea de la pobreza reflejarán el alcance de la recesión que se inició a finales del año pasado tras la devaluación del peso y la aceleración de la inflación. Las cifras publicadas hasta el tercer trimestre y segundo semestre de 2018, respectivamente, recién comenzaban a reaccionar a la nuevas dificultades económicas.

El último número sobre empleo que difundió el organismo estadístico marcó un 9% de desocupación abierta, un incremento de 0,7 puntos contra el mismo momento del año anterior. Pero además mostró los hilos de una nueva situación laboral en el marco de la crisis, con un aumento de la cantidad de personas ya empleadas que buscaban nuevos ingresos.

La inflación del año pasado, récord desde 1991, provocó una caída del poder de compra del salario, que empujó a muchas familias por debajo de la línea de ingresos que representa la frontera de la pobreza. Hacia mitad del año pasado, cuando lo peor de la recesión no había pasado, el 27,3% de los habitantes del país era considerado pobre. Esa cifra, se estima ahora, superaría el 30%.

Empleo: la recesión y las nuevas formas de contratación

El 2019 recibió al mercado laboral con 191.300 trabajadores registrados menos, 125.000 puestos de trabajo en el sector privado destruidos a lo largo del 2018, 15.000 empleados independientes menos y 21.000 trabajadores de casas particulares más que hace un año, según datos del Ministerio de Producción y Trabajo.

Los datos del Indec muestran un aumento leve de la subocupación demandante, es decir, aquellas personas que no son desempleadas pero que necesitan conseguir otro trabajo o buscan un cambio en su situación laboral. Hacia el tercer trimestre de 2018 ese porcentaje subió a 8,3%, cuando hace un año era de 7,9%.

Una recesión que se prolonga en los primeros meses de este año, explican los especialistas, prepara el terreno para que la sangría en el mercado laboral sea incluso mayor. Según explicó ante TN.com.ar Nuria Susmel, economista de la Fundación FIEL experta en temas de empleo, «no se espera que, al menos en el primer trimestre, pueda haberse revertido la situación».

«Algo que siempre remarco es que el empleo es una demanda derivada, porque se relaciona con que alguien demande lo que uno produce. Entonces si la actividad no crece y no repunta el consumo no puede haber reactivación del mercado laboral», comentó Susmel y agregó: «Pero además hay que tener en cuenta que cuando empiezan los períodos de recuperación la demanda de trabajadores no es tan inmediata, porque sucede que las empresas no hicieron todo el ajuste en los planteles que podrían haber hecho», agregó.

El Indec también mide cuáles son las perspectivas de contratación de personal para los próximos meses, en encuestas que realiza entre ejecutivos de la industria manufacturera y la construcción, dos de los sectores, junto al comercio, que más absorben cantidad de mano de obra.

De acuerdo a esos datos, actualmente el 6% de las industrias prevé tomar personal nuevo en los próximos tres meses. Un 27,6% espera tener que recortar su plantilla y un 66%, mantenerlo. Y entre las empresas constructoras que se dedican principalmente a la obra pública el panorama es peor, ya que solo el 1,6% de las firmas buscará expandir su dotación de empleados y un 43,5% la reducirá. En la obra privada, la previsión es levemente más optimista: 7,5% de los ejecutivos consideran tomar más trabajadores y un 25%, despedir.

Susmel sostuvo que más allá del impacto de esta última crisis existía una tendencia clara de disminución de puestos de trabajo registrados en el sector privado, que fue dejando lugar a nuevas formas de contratación.

«En el empleo registrado creció mucho el monotributo y el servicio doméstico. Y es una tendencia desde hace algunos años. Si mirás la cantidad de asalariados entre 2013 y 2018 es similar, hay un estancamiento. Y el aumento de monotributistas no solo se trata de gente que se queda sin trabajo y busca de esa forma conseguir changas, sino que refleja un cambio en la forma de contratación de empresas y también en el sector público», concluyó.

La aceleración de los precios y la pobreza
La aceleración de la inflación tras la suba del dólar provocó un desfasaje entre la evolución de los precios de bienes y servicios y los salarios. Esta pérdida del poder adquisitivo de los sueldos, que en diciembre llegó a rondar el 12%, el nivel más alto desde 2002, provocó asimismo que las líneas de ingresos que definen la cantidad de pobres e indigentes suban más rápido que las remuneraciones, por lo que más gente fue quedando por debajo.

Así, de acuerdo al Indec, hasta la mitad de 2018 la pobreza afectaba al 27,3% de la población. La cantidad de pobres se incrementó de esta manera hasta 12 millones y la de indigentes trepó hasta 2,1 millones. La región del país con mayor pobreza es el noroeste argentino, con 30,2%. En el Gran Buenos Aires, en tanto, la pobreza afecta casi a un tercio de la población (31,9%) y la indigencia al 6,2%. El conglomerado más pobre del país, en tanto, es Santiago del Estero-La Banda, con 44,7%.

Estas últimas cifras publicada por el organismo oficial no llegaron a cubrir el impacto plena de la recesión. Por eso las proyecciones privadas esperan que la cifra final de 2018 de pobreza e indigencia termine siendo bastante mayor. Quien mide este tipo de indicadores es el sociólogo Daniel Schteingart, que asegura que «el crecimiento que mostrarán los índices de pobreza responden a que los salarios y jubilaciones crecieron muy por debajo de la inflación».

En ese sentido, Schteingart cree que la cifra que publicará el jueves que viene el Indec estará entre 31 y 32%. Eso representará un incremento cercano a los seis puntos en comparación con los números finales de 2017.

Consultado por TN.com.ar, Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, dijo que «durante el primero trimestre de este año, lejos de aplacarse la pobreza siguió aumentando».

Más allá de que Mauricio Macri anunció que en marzo se pagarán por adelantado todos los aumentos de la Asignación Universal por Hijo del año, para Salvia «este tipo de medidas de asistencia para los sectores más pobres, sumado también a un efecto positivo que pueda tener la actualización de las jubilaciones en el segundo trimestre levemente sobre la inflación, no tendrán un efecto de baja de los índices de pobreza sino a lo sumo frenar la suba».

Si bien los datos que se conocerán la semana próxima significarán un retroceso respecto a 2016 (30,3%) y 2017 (25,7%), la comparación con el final de 2015, es decir cuando asumió Mauricio Macri, es más borrosa. La intervención del Indec durante el gobierno kirchnerista hizo que la nueva administración interrumpa las mediciones de pobreza y las retomara recién a mediados de 2016.

Existe, entonces, un paréntesis sin cifras oficiales. Un trabajo reciente del propio Schteingart junto a Guido Zack y Federico Favata en base a datos oficiales reconstruyó los datos faltantes y determinó que a fines de 2015 la pobreza había sido de 27%. El incremento de los últimos tres años habría sido, entonces, cercana a los cuatro puntos.

  • https://tn.com.ar/economia/cinco-meses-de-las-paso-las-cifras-de-desempleo-y-pobreza-alertan-al-gobierno_948422

2019-03-19T13:31:33+00:00